Cazadores de mentes es la recomendación más atípica de Comunica ASPAYM hasta la fecha. Dirigida por Renny Harlin en 2004, vertebra un tópico thriller policial en la que diferentes agentes de la ley tratan de dar caza a un asesino en serie.
Así, la premisa arranca con 7 agentes del FBI que se trasladan a una isla para completar su entrenamiento. Allí, su instructor les ha preparado una dinámica en la que deberán poner a prueba lo aprendido en la academia para atrapar a un ficticio asesino en serie. Sin embargo, a medida que avanzan sus investigaciones, las muertes comienzan a ser reales. En la isla hay un auténtico criminal. Uno tras otro, los protagonistas van muriendo a manos del misterioso asesino. La situación pasa de ser su última prueba de graduación a convertirse en mera supervivencia.
Protagonizada, entre otros, por Christian Slater y Val Kilmer, la cinta es un divertimento sin mayores ínfulas. Aúna cierta espectacularidad del cine de acción de principios de siglo XXI con las reglas del horror ‘slasher’ y ciertos esquemas clásicos, casi literarios. Como en la célebre novela Diez negritos, de Agatha Christie, sus personajes irán pereciendo (de maneras espectaculares y más o menos ‘creativas’) mientras tratan de descubrir quién es el impostor de entre todos ellos.
Cómo incluir la discapacidad en un thriller policial
Pero no nos llevemos a engaño. Cazadores de mentes es una película entretenida y palomitera, sin pretensiones. Pero no es en absoluto una obra maestra de su género. Entonces, ¿por qué forma parte de nuestras recomendaciones semanales?
A nuestro juicio, Cazadores de mentes es una película que, desde su discreción, aborda de manera ejemplar la inclusión de un personaje con discapacidad. Se trata de Vince Sherman, interpretado por Clifton Collins Jr. Es uno de los 7 protagonistas, y cumple su función integrado en la historia criminal con sus luces y sus sombras. Encarna al arquetipo del policía impulsivo que jamás se aleja de su propia arma, al que enriquece convirtiéndolo en un personaje también inquisitivo y lúcido cuando la situación lo requiere.
Como el resto de los protagonistas, la inocencia de Vince también se verá puesta a prueba. En toda la película apenas se hace mención a su discapacidad, si bien la silla resulta evidentemente visible. Pero la dedicación que el filme reserva a este personaje no entra en ninguno de los clichés molestos que ya hemos visto en ocasiones anteriores. Vince investiga, desconfía, hace trampas y pierde los estribos con una fidelidad rotunda a su personaje. La discapacidad forma parte de alguna escena de acción, pero no es definitoria de su identidad ni de los acontecimientos que se desarrollan. Y si es al final, o no, el asesino, no conviene que lo revelemos.
Con toda su modestia y limitaciones, Cazadores de mentes es una película que marca una forma de entender la discapacidad a la que el cine nos tiene poco acostumbrados. Y donde más integraciones en ese sentido pueden ayudar a que la sociedad normalice esta inclusión. También en los productos de ficción audiovisual.