Esta semana ASPAYM os trae la novela Hombre lento, del premio Nobel sudafricano John Maxwell Coetzee. El autor de Desgracia y Verano, entre otros títulos, teje una historia sobre la recuperación, física y emocional, de un accidente que genera una discapacidad física.
Hombre Lento (ed. Debolsillo) narra la historia de Paul Rayment, un fotógrafo que resulta arrollado, mientras iba en bicicleta, por el coche del joven Wayne. La inicial perplejidad tras la colisión da paso en el protagonista a una cierta melancolía, cuando descubre que debe asumir que convivirá con un muñón, ya que los médicos han resuelto amputarle una pierna. Rayment debe afrontar el inmenso cambio que le supondrá empezar a vivir como una persona con discapacidad.
«El reloj permanece inmóvil, pero el tiempo no. Incluso tumbado en la cama puede sentir que el tiempo opera sobre él como una enfermedad que lo consume, como la cal viva que echan sobre los cadáveres. El tiempo lo está royendo, está devorando una a una las células que lo componen. Sus células se están apagando como luces. Las pastillas que le dan cada seis horas mitigan lo peor del dolor, lo cual está bien, y a veces le hacen dormir, lo cual está mejor. Pero también lo dejan aturdido y le insuflan tanto pánico y terror que rehúsa tomarlas. «El dolor no es nada —se dice a sí mismo—, solamente una señal de advertencia del cuerpo al cerebro. El dolor ya no es más real que una radiografía». Pero, por supuesto, se equivoca. El dolor es real, no tiene que aguijonearle mucho para convencerle de eso, no tiene que aguijonearle en absoluto, solamente enviarle un par de punzadas. Después de eso se conforma con estar aturdido y con las pesadillas».
Acompañamiento y recuperación
A lo largo de la novela, Rayment medita sobre la vida y sobre su día a día. También reflexiona sobre la dependencia que empieza a necesitar quien nunca ha necesitado a nadie. Y en él se dejan ver otras realidades como el cambio de relación social que se experimenta tras una discapacidad adquirida: los gestos huraños, el aislamiento social, el pánico a despertar compasión… todo ello enfocado hacia la búsqueda de nuevos retos, ilusiones renovadas, y la aceptación de su nueva realidad.
«- No seas melodramático, Paul. Nadie muere por una pierna amputada
– No, pero la gente se muere de indiferencia hacia el futuro»
El libro también aborda el acompañamiento que se le brinda en la recuperación, desde el médico al psicológico, pasando por la asistencia en casa. La edad, el tiempo pasado y la memoria (de los miembros que no están y del cuerpo que se queda) son otros temas fuertes de esta estupenda novela, amarga, dura y brillante.
En Hombre Lento, Coetzee brilla con fuerza a través de su particularidad sensibilidad literaria y sus precisas descripciones sobre sensaciones y sentimientos. Lo hace a través de la introspección de Paul, pero también desde su relación hacia otros personajes: su cuidadora Marijana, el hijo de esta, Drago, y la escritora Elizabeth Costello.
Esta última introduce el giro a mediados de la novela, de forma similar a otras obras de Coetzee. Como personaje interesado en escribir un libro sobre Rayment, le sirve al autor como guiño autoirónico hacia sí mismo. Una manera astuta y sutil de exponer los giros y lugares comunes de toda literatura en torno a las personas con discapacidad.