La periodista Sol Villanueva no ha perdido el optimismo. Padece el síndrome Guillain-Barré, y ha sido usuaria del Hospital Nacional de Parapléjicos. El próximo martes 17 de enero a las 11.30 horas la autora presenta el libro Toledo 1520/2020, editado por JS Ediciones y escrito durante su estancia en el centro. El evento tendrá lugar en el Salón de Actos de la Fundación del Lesionado Medular. En él participará, además, la Asociación de Pacientes con Síndrome de Guillain-Barré.
El libro divide una primera historia ambientada en 1520 y una segunda parte con tus vivencias en el Hospital Nacional de Parapléjicos. ¿Por qué decidiste estructurar así la novela?
En un principio me plantee construir el libro de una manera más limitada. Esto es, contar qué me estaba pasando con el síndrome de Guillain-Barré aquel 11 de enero de 2020. Era un momento muy marcado por la pandemia de la covid, pero no quería que todo fuera tan triste o pesado, si me limitaba solo a aquello. Por eso, la otra historia me ayuda a relativizar mi propia vivencia. Durante 2020 escribí esa historia en 1520 porque cuando empecé a escribir comencé a recordar e interrelacionar episodios históricos. Desde la epidemia de viruela de 1520 a la revuelta de los comuneros contra Carlos I o la sequia que hoy nos evoca al cambio climático… Al final a los humanos nos interesan las mismas cosas; salud, política, clima… todo nos afecta de la misma cosa. Sufrimos las mismas penas. Por eso escribí la historia de Gadea. para dejar constancia de que la gente sigue luchando por las mismas cosas siglo tras siglo…
Antes de ingresar en Toledo, tuviste una mala experiencia en Riad…
La experiencia en Kingdom Hospital fue horrible. No es que el hospital fuese malo; nos diagnosticaron en pocas horas, pero cuento cómo he vivido las cosas. Por eso no puedo ser objetiva, es mi experiencia y en Riad no fue buena desde el momento en que un neurólogo me dijo lo que tenía. También me advirtió de que iría a peor antes que mejorar. Yo no podía moverme ni hablar, mi conciencia estaba aturdida. Estuve mes y medio casi en la UVI de allí, con experiencias muy malas; muy aturdida, con mucho dolor y alucinaciones… Lo peor fue sobre todo el malestar físico que en esos momentos sientes, en contadas ráfagas de lucidez, que si seguía en aquella cama no lo iba a superar. Para mí aquello era un ataúd, donde no puedes hablar ni expresar nada…
En el libro describes el cambio de ánimo cuando tu marido te susurra que volvéis a España…
Desde el momento en que mi marido me dijo que nos íbamos a Toledo todo cambio para mí. Yo desde entonces ya sentí, en el traslado de la ambulancia a la nueva habitación, que me iba a recuperar. O, más bien, que ya no era una ficción mía, pero tenía la seguridad de que estaba en buenas manos y que a partir de ahí todo iba a ir a mejor…
Un breve resumen de lo que podemos encontrar por el libro en torno a tu recuperación, física y emocional…
Al principio yo no podía moverme cuando me sentaban en la silla. Para poder desplazarme sola, mi movimiento apenas era un poquito con la mano, el brazo adelante y atrás… Cuando me pude sentar ante una mesa y en terapia ocupacional me dieron un ratón para utilizar el ordenador, todo cambió. Poder hacer cosas yo sola, desde ver películas a desplazarme, es terapéutico. Te da la autoestima necesaria para esforzarte, en los meses siguientes, en tragar, comer sola… Hacer vida sin necesitar tanto de la ayuda de la gente…
¿Cómo describirías la labor de los profesionales de Toledo?
Conocen muy bien su trabajo. Un celador sabe moverte sin que te duela nada: en Riad cuando me movían era un dolor inexplicable, aquí me sentaban en una silla y no me hacían daño. Luego personalmente, como coincidió mi estancia durante toda la pandemia y mis familiares no podían ir a verme, me volqué con ellos del mismo modo en el que ellos se vuelcan con los pacientes. Aquello nos unió mucho. Hay un grupo de gente en mi planta que considero mis amigos. Tuve mucha suerte en ir a caer con estas personas que me cuidaron. La humanización es importante.
¿Qué le dirías a un nuevo lesionado medular, o a un recién ingresado en el hospital?
Que estas son situaciones durísimas que no te imaginas que te pueden suceder, pero pasan con independencia de la edad y la condición, el estatus social o intelectual… Lo único que se puede hacer cuando esto ocurre es tener mucha paciencia y no perder nunca el optimismo y la esperanza. Si lo pierdes, lo has perdido todo. Puede que nunca te llegues a recuperar, pero creo que ser positivo es algo que hay que mantener en la vida. Hay que pensar en los momentos más duros cuando sientes que no puedes más, que hay que confiar en la vida. Cuesta, pero no queda otra cosa que hacer. Tenemos que esforzarnos por mantener la mente en esa posición, sin abandonarnos a la desidia y al pesimismo. Si nos rendimos, hemos perdido para siempre.