Llega el fin de semana, y hoy os queremos recomendar Viaje con Bill, una experiencia onírica a base de viñetas. El cómic, dibujado y escrito por Matthias Schultheiss, narra la historia de Luke y Tweety, un padre y una hija que conducen sin rumbo por las carreteras de Texas hacia Canadá. Su viaje es literal pero también simbólico, como todo lo que sucede en las más de 200 páginas de una novela gráfica surrealista y que plantea más interrogantes que respuestas.
En su camino, recogerán a Bill. Bill es un veterano de la guerra de Vietnam, que perdió las dos piernas tras una caída de su helicóptero. Si Luke y Tweety viajan buscando preguntas, Bill lo hace buscando respuestas: su objetivo inmediato es encontrar un místico chamán que le devuelva sus dos miembros inferiores.
A lo largo del viaje la amistad entre los tres se cimentará, sobre todo entre la pequeña Tweety y el enigmático Bill. Su historia, más que seguir un arco narrativo convencional, está tan abierta y va sin un rumbo tan claro como la propia carretera. O la propia vida. Schultheiss, por su parte, dedica tanto cuidado a sus dibujos que, a diferencia de otros cómics, se cuida por que los diálogos y descripciones no estorben la imagen final.
Surrealismo sin respuestas
Al margen de lo poderoso que son algunos de los trazos y del inteligente empleo del color, sobre todo en su tramo final, Viaje con Bill busca ser profunda como una fosa marina. Desde el primer momento, quien lee las páginas entiende que los interrogantes que Bill se plantean van más allá de recuperar sus piernas. En lugar de ello, son cuestiones sobre qué hacer con la vida una vez que estas se han perdido.
Y, como sucede con la misma vida, encontrar la respuesta forma parte del proceso. A veces incluso abrazar que no hay respuesta. Es el mejor regalo que reciben de Bill los protagonistas. La primera mitad de la novela es realista y busca la belleza en las cosas cotidianas, en vivir sin buscar, en comprender que en lo trivial también hay un peso existencial.
Pero ‘Viaje con Bill’ es una novela gráfica, esencialmente, sobre la esperanza. Y también sobre la fe, aunque al margen de todo enfoque religioso. Por eso el final es marcadamente surrealista. Es la esperanza lo que se transmite desde Bill a otras personas con discapacidad cerca de la conclusión del libro.
Es su intenso, y extenso, viaje introspectivo a lo más profundo de sí mismo (representado en una zambullida abisal) el giro que acomete la novela gráfica y que redime a un personaje que volverá a surcar el cielo. ¿Real? ¿Figuradamente? La decisión de creer o no, la esperanza, le corresponde al final a quien lea sus páginas.