¿Sabes para qué son las zonas rayadas de las plazas con movilidad reducida? ¿Y qué significan los colores de los bastones de las personas con discapacidad visual? ¿De qué año y país dirías que es la primera silla de ruedas de la historia?
A lo largo de la vida aprendemos muchas cosas; desde conocimientos profundos a curiosidades, y a veces nos sorprende lo que aún la gente no sabe sobre la discapacidad. En este artículo listamos algunos datos prácticos, y otros menos útiles, sobre este sector de la sociedad.
5. El suelo podotáctil, sin obstáculos
El suelo podotáctil es una solución en el espacio público destinada a apoyar a las personas con discapacidad visual. Este pavimento antideslizante ayuda a aumentar el nivel de alerta e indica zonas de especial atención en vías abiertas.
Solemos encontrar suelo podotáctil como aviso para la aparición de rampas, escaleras, ascensores o pasos de cebra. Sin embargo, también puede ser zona de conflicto. Existen zonas peatonales en las que para indicar el tránsito de vehículos o peatones, según la hora del día, se sitúan jardineras u otros elementos que indican quién puede circular a cada momento.
Esta solución de turno de circulación no puede, en ningún caso, pasar por que la jardinera o el elemento en cuestión se sitúe sobre un pavimento podotáctil. Esta clase de suelo ha de estar siempre libre de obstáculos para el libre tránsito de personas con discapacidad.
4. Motos, fuera de las zonas rayadas de las plazas PMR
Ya hemos hablado previamente de algunas cosas que hay que saber sobre los estacionamientos PMR, para personas con movilidad reducida. Sin embargo, hay un detalle que en su día pasamos por alto, y que a la luz de los errores que se cometen merece que destaquemos.
Cerca de las plazas PMR suele haber zonas rayadas y, con demasiada recurrencia, ocupadas por motocicletas. Esto se debe a que los estacionamientos para motos suelen tener un grafismo similar.
Sin embargo, no es el caso. Estas zonas rayadas son márgenes necesarios para que las personas con discapacidad o movilidad reducida puedan acceder a sus vehículos. Deben estar, por tanto, libres siempre de cualquier otro obstáculo. Ese cuidado mejorará su accesibilidad y su plena inclusión en la circulación por los espacios públicos.
3. La silla es también parte del cuerpo
Cualquier contacto con el cuerpo no deseado en una interacción social, aunque sea un roce accidental, es como mínimo incómodo. Las personas usuarias en silla de ruedas entienden la propia silla como una parte más de nuestro cuerpo, y como tal hay que respetarla.
Sin embargo, la gente tiende a apoyarse en ella, sin interiorizar que forma parte de la persona con discapacidad. El desconocimiento puede hacer que, por ejemplo, al intentar ayudar a salvar unas escaleras, provoquen un desequilibrio, agarren una pieza desmontable o dañen a la persona usuaria en silla de ruedas.
Antes de dar por hecho las realidades, conviene inquirir. Con consecuencias menos desastrosas, muchas veces la gente intenta ayudar a doblar sillas de ruedas que no son plegables. La visión de una silla de hospital invita a asumir que todas son así; sin embargo, nada más lejos de la realidad.
2. Los colores de los bastones, información a plena vista
Al cruzarnos con una persona con discapacidad visual, lo primero que puede, o debe, surgirnos es facilitar el paso lo más posible. Sin embargo, mucha gente no repara en su bastón, y en lo que significa el color de su apoyo. Este detalle nos aporta información que puede ser pertinente conocer en cada caso.
De esta manera, conviene saber que un bastón enteramente negro o blanco son símbolos universales de la discapacidad visual. Sin embargo, un bastón verde nos indicará que esa persona cuenta con baja visión, pero no tiene ceguera completa. Por otra parte, un bastón blanco con franjas rojas nos señala que esa persona, además de ceguera, tiene sordera. Por tanto, no responderá tampoco a estímulos sonoros.
1. Felipe II, el primer usuario en silla de ruedas
Cualquier vademécum sobre las sillas de ruedas cifran su invención, tal y como hoy las conocemos, en el siglo XX. Los primeros prototipos pueden atreverse a cifrarla en 1655, a manos de un relojero de Nuremberg.
Sin embargo, el primer registro de silla de ruedas como tal se confeccionó para un rey español, Felipe II. Llamada bajo el poco apropiado nombre de ‘silla de inválido’, la identidad de su inventor es hoy un misterio.
La silla del monarca nacido en Valladolid tenía pequeñas ruedas montadas al final de cada pata. Contaba, además, con un respaldo adaptable y un reposapiernas alzado. Requería siempre a alguien que la empujara.
A pesar de esto, es poco probable que la silla de Felipe II fuera la primera de la Historia. Existen grabados chinos del siglo V que documentan el uso de herramientas de este tipo. Sin embargo, la del monarca español es el primer esbozo encontrado hasta la fecha.