En tiempos de crisis, la asistencia a mujeres con discapacidad sigue siendo asistencia pendiente. Existen aún a día de hoy demasiadas lagunas y puntos ciegos para aprender cómo tener en cuenta sus situaciones y necesidades. Por ello, CERMI ha publicado recientemente una guía que dé respuesta a las preguntas más acuciantes en este sentido.
La guía, que puede consultarse aquí, se ha elaborado con el contexto particular de la guerra de Ucrania. Aunque en Comunica ASPAYM ya hemos abordado este conflicto internacional, comprendemos que estas medidas son extrapolables a cualquier situación de crisis. Bélica, climática o social. Por ello, conviene que resumamos brevemente algunas de las propuestas de esta guía de CERMI.
El primer aspecto al que mira este texto es a la identidad personal de cada mujer y niña con discapacidad. Así, insta a facilitar la obtención de documentos oficiales y estatus de ciudadanía que impidan su condición de ilegales en el país. En caso contrario, estarían en una posición más vulnerable de ser víctimas de trata.
Otro asunto al que esta guía concede especial relevancia es al empoderamiento. CERMI recalca la importancia primordial de asegurar la consulta y respetar la voluntad de estas personas sobre todo aquello que las afecte. En entornos de confianza, que miren tanto el idioma como la situación, y si puede ser con la intermediación de una organización social especializada en temas de género.
Consideraciones específicas
Las mujeres y niñas, con o sin discapacidad, son más proclives a necesitar asistencia por sufrir violencias sexuales o ser víctimas de trata y otras agresiones vinculadas a su género. En ese sentido, CERMI mira a la necesidad de contar con servicios de apoyo gratuitos en los centros de refugiados y asentamiento transitorio. A su vez, señala la conveniencia de contar con vías para derivar a mujeres sujetas a prácticas como matrimonios forzosos y precoces, abandonos familiares o violencias machistas. Con la formación pertinente de todos los profesionales para detectar las señales que se manifiestan con estas clases de abusos.
Entre los derechos de estas mujeres y niñas con discapacidad, se destaca la vida independiente y la plena inclusión en la comunidad de destino. Ello abarca comunicaciones accesibles, la asistencia personal y la preferencia de atención a aquellas víctimas de violencia machista, con necesidades especiales o con hijos u otros familiares a cargo. La respuesta debe ser puntual, pero también sostenida.
Por ello se prevén encuestas y sondeos periódicos para valorar dicha integración en el lugar de destino. Otros aspectos que se consideran son la educación y el empleo. En el primer caso, desde garantizar una formación de calidad a proteger frente a la discriminación o el bullying. En el segundo, se apunta a la preparación y mantenimiento de trabajos decentes.
Finalmente, se alude a la protección y empoderamiento económico, para combatir la lacra de la pobreza y garantizar el acceso a las ayudas y a las viviendas dignas. La guía concluye citando el entorno familiar, incluyendo la explotación de la mujer en el ámbito doméstico, e insta a combatir estos estereotipos a través de formación adecuada, asistencia gratuita y ayuda domiciliaria.