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Las personas con lesión medular tienen más preocupaciones que volver a caminar. En nuestra segunda entrevista camino a las Jornadas Científicas de ASPAYM Madrid, conversamos con dos profesionales investigadores del Hospital Nacional de Parapléjicos. Por un lado, Carolina Redondo Galán, médica adjunta del Servicio de Rehabilitación. Por otro, Daniel García Ovejero, investigador senior de la Unidad de Investigación del Hospital Nacional de Parapléjicos

Imágenes de Carlos Monroy

Ambos formarán parte de los encuentros que tendrán lugar en el segundo día de las Jornadas Científicas. Este encuentro tendrá lugar el 2 y el 3 de junio de 2023 en la sede de la Fundación del Lesionado Medular.

Anticipad qué contaréis en las Jornadas Científicas

CR: Abordaré los diferentes dispositivos robóticos como nuevas perspectivas en neurorrehabilitación. Cómo sirven de herramienta para restituir, minimizar y compensar en lo posible los déficits funcionales aparecidos en la persona afectada por una discapacidad grave como consecuencia de una lesión neurológica. La rehabilitación convencional suele ser un proceso largo e incluso a veces aburrido para algunos pacientes, pero se ha visto que si le añadimos nuevas tecnologías a las terapias tradicionales no solo las acogen mejor, también se obtienen mejores resultados.

DG: Por mi parte, abordaré las líneas que hay en el mundo para mejorar la lesión medular. Nombraré ensayos clínicos que se desarrollan en distintos centros, con fármacos dirigidos a bloquear las barreras que impiden la regeneración del sistema nervioso, mediante trasplantes celulares o con estrategias alternativas o complementarias a las terapias tecnológicas. También mencionaré los que actualmente se realizan en nuestro centro (trasplantes de células mesenquimales, similares a los del doctor Vaquero en Puerta de Hierro, o fármacos cannabinoides que pueden modular la fatiga…

¿Qué líneas de trabajo se desarrollan desde el hospital actualmente?

DG: Desde Toledo se están haciendo ahora varios ensayos clínicos, algunos basados en trasplantes celulares, otros en farmacología, e investigaciones básicas sobre principios fisiológicos y funcionamiento de la médula antes y después de la lesión. Estamos muy metidos en la traslación reversa: ir del paciente al laboratorio y viceversa. Así, lo que encontramos en los modelos experimentales lo testamos en pacientes, y tratamos de llevar lo que vemos en pacientes al laboratorio. 

CR: Tenemos robots compensadores y de rehabilitación, de los que hablaré en las Jornadas Científicas. Hay exoesqueletos estáticos como el ARMEO para el miembro superior; también tenemos Lokomat para la rehabilitación de la marcha. Asimismo, abordaré los exoesqueletos ambulatorios, como el Atalante-X, reciente motivo de mi tesis doctoral. Formo parte de la Unidad de Biomecánica y Ayudas Técnicas del hospital junto con el Doctor Ángel Gil, Jefe de Servicio del Hospital y de la Unidad de Biomecánica en la que se lleva a cabo una actividad clínico-asistencial  donde se desarrollan estudios de marcha, posturografias, estudios de presión y actividad investigadora. Además, desde 2015 somos una Unidad Asociada al Grupo de Ingeniería Neural del Instituto Cajal del CSIC.

¿A qué futuro miran vuestras respectivas investigaciones?

CR: Vamos hacia que los sistemas robóticos sean habituales en hospitales para la rehabilitación de pacientes con patología neurológica y la robótica con realidad virtual esté aún más presente el día de mañana. El gran reto, claro, es que puedan incorporarse fuera de un entorno clínico. El objetivo de nuestra atención es conseguir la máxima independencia y mejorar la calidad de vida  y en ocasiones pueden desesperarse en caso de no obtener mucha mejoría. Por ello, estos sistemas robóticos les estimulan, son capaces de replicar la marcha en el Lokomat, caminan por el gimnasio con el exoesqueleto, simulan gracias el ARMEO junto con  la realidad virtual ejercicios de agarre…

DG: Nosotros estamos muy interesados en el control del sistema inmunológico y en las respuestas inflamatorias después de la lesión, tanto en la médula espinal como en el resto de órganos (hígado, riñón, intestinos…) y también en encontrar nuevas herramientas para mejorar la lesión en su conjunto, buscando marcadores en los pacientes. También, igual que otros laboratorios del Hospital, en el uso combinado de materiales biocompatibles y trasplante de distintos tipos de células, para problemas como las úlceras por presión. También cómo provoca una lesión adaptaciones en el cerebro y cambios a todos los niveles en el organismo.

¿Cómo lidian vuestras investigaciones con la perspectiva de que pacientes con lesión medular puedan volver a caminar?

DG: Se están publicando trabajos excepcionales en este sentido que son una gran esperanza para los pacientes. Aún así, falta por entender en qué tipo de lesiones serán eficaces. Además, hay que tener en cuenta que la solución de la lesión medular no acaba ahí: Hacer andar a un paciente no es lo mismo que curarle de su discapacidad. Hay muchos problemas asociados con la lesión que van más allá de poder caminar Hay desarreglos a nivel intestinal, vesical, cardiovascular, respiratorio, las úlceras por presión y está el gran problema del dolor y la espasticidad… Son todo circunstancias que no se mitigan con volver a andar aunque ello pueda ayudar a algunas. Hay muchos ajustes aún por hacer.

CR: Que un paciente consiga caminar depende del nivel y severidad de la lesión. El objetivo del centro no es que salgan caminando sino que consigan la máxima independencia y mejorar su calidad de vida. Aquí se les adiestra en las actividades de la vida diaria. En el caso de que tengan que desplazarse en silla de ruedas, se les adiestra en el manejo de la misma. Se les entrena en el vestido/desvestido, a realizar las transferencias, comida, manejo de esfínteres…

¿De qué manera repercute vuestro trabajo en la mejora de la calidad de vida de las personas con discapacidad?

CR: Como resumen de lo que ya he señalado, el gran reto de los sistemas robóticos para miembros superiores es que puedan incorporarse a la vida diaria fuera de un entorno clínico, consiguiendo realizar actividades tan cotidianas para los seres humanos como puede ser lavar los platos, pelar una fruta o abrochar una camisa.  Por otro lado, los dispositivos robóticos permiten  la realización de movimientos repetitivos continuos, lo cual ayuda a mejorar la fuerza, la resistencia y el equilibrio de los pacientes.  A su vez, la realidad virtual favorece la neuroplasticidad del sistema nervioso. A mayores de todo esto, repercute a nivel emocional de forma muy gratificante, poder simular que cogen objetos… les da un refuerzo muy positivo.

DG: Esperamos poder llegar a identificar moléculas y dianas que ayuden a mejorar la lesión y la calidad de vida de los pacientes. Como decía, no solo para poder caminar. Los pacientes tetrapléjicos necesitan controlar la función de los brazos, y todos, en general, manifiestan una gran prioridad en su día a día de poder llegar a tener control de esfínteres y lidiar con el dolor neuropático. Estas dos circunstancias son de las que peor calidad de vida dan al paciente. Muchos nos lo trasladan de esta manera. Algunos aceptan no caminar, pero piden por favor que les quitemos el dolor. También, por ejemplo, estamos avanzando bastante en la línea de úlceras por presión, y esperamos que se pueda llegar a probar en pacientes en los próximos años.

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