Continuamos con nuestra serie sobre viviendas accesibles, cuarto a cuarto. Hoy desgranaremos los diferentes elementos que deben componer un salón adaptado para personas con lesión medular y otras discapacidades físicas.
Hoy nos vamos a centrar en el salón como cuarto para tener una casa más accesible. Después de desgranar las particularidades de la cocina y el baño, la sala de estar también tiene cierta importancia. Puede que en ella no seamos tan vulnerables como cuando estamos en el baño, o no precise de tanta seguridad como una cocina. Sin embargo, es la habitación en la que más tiempo pasamos a lo largo del día. Su relevancia es, pues, notable.
Volvamos a repasar los elementos comunes para toda habitación adaptada de nuestra vivienda. Como ya hemos indicado anteriormente, la entrada de la silla de ruedas tiene que poder ser directa. Ello implica poder desplazarnos en la habitación más grande de la casa sin la necesidad de acometer giros complicados.
Por ello, la disposición de elementos del salón deberá ser doble: no solo para su máximo alcance y aprovechamiento, sino para nuestra mayor movilidad. El espacio de paso ha de ser, de nuevo, de unos 80 centímetros como mínimo. La puerta para acceder a él será preferiblemente corredera, o del manejo más cómodo posible.
Esto, como decimos, forma parte de los elementos comunes que deben disponerse a lo largo de nuestra casa accesible, más allá del salón. No obstante, este cuarto precisa de una mayor movilidad. Por lo tanto, debemos asegurarnos de que en los giros contamos al menos con un margen de 90 centímetros (1,5 metros de diámetro).
Suelos, puertas, ventanas
La importancia de un material antideslizante, vital en una cocina o en un baño, se traslada al salón. En este además debemos tener cuidado no solo con el suelo, también con las alfombras que escojamos para decorarlo. La solución alejandrina será prescindir de ella: su superficie rugosa y la resistencia típica de felpudos y moquetas pueden dificultar la movilidad de la silla; frenarla o girarla sin nuestro control.
Otra alternativa, si nos gustan demasiado las alfombras, es fijarlas al suelo. Los expertos en accesibilidad arquitectónica recomiendan cinta adhesiva de doble cara o una red de goma.
Volviendo a las puertas, sigue primando la conveniencia de una corredera, accionable mediante un pomo manivela, mejor que giratorio. En cualquier caso, la anchura que deben dejar de paso deberá seguir siendo de 80 centímetros.
No obstante, en caso de que no se puedan instalar puertas correderas, existen alternativas. Con todo, conviene tener en cuenta el espacio que ocupa una puerta abierta sobre una sala. Por tanto, nuestras posibilidades de desplazarnos, aunque se reduzcan, deben permitirnos aún maniobrar holgadamente.
Otro aspecto a tener en cuenta son las ventanas. Tanto si el salón tiene acceso a una terraza como si carece de él, será deseable que tengan persianas automatizadas. El motor deberá ser manejable, accesible y de fácil alcance. Además, será preferible tener unas ventanas con cristal bajo, para que las personas usuarias de sillas de ruedas sigan pudiendo disfrutar de las vistas al exterior.
La importancia de un mobiliario adaptado
Para una casa más accesible, en pocas estancias cobra el mobiliario tanta relevancia como en el salón. La gran mesa es el elemento central de todo cuarto de estar, lo utilicemos además como comedor o no. Por ello, debemos tener cuidado de sus bordes y aristas (mejor redondeados). Si vivimos solos o con pocas personas, es preferible que sea una mesa circular. Así aprovecharemos mejor sus dimensiones y las posibilidades del salón.
Otro aspecto fundamental es la altura de dicha mesa. Para una persona con discapacidad física, deberá situarse entre 75 y 80 centímetros. Estas dimensiones son las deseables a su vez para el resto de estantes y mobiliario del salón. De esta forma, nos garantizaremos que todo esté a nuestro alcance y que su manejo sea lo más sencillo y autónomo posible.
Finalmente, las sillas deberán desplazarse fácilmente, de cara a preparar nuestro salón para visitas o las circunstancias que deseemos disponer. Para ello se recomienda colocar pequeños apósitos de teflón o fieltro en la base de sus patas. De esta manera, podrán recolocarse invirtiendo mucho menos esfuerzo. Además, sillas y muebles deberán ser lo más redondeadas posibles, o en su defecto contar con cantoneras de goma en sus esquinas, para evitar daños innecesarios.
Luces y electricidad
Todo enchufe, no solo en el salón, para una casa accesible, debe estar a un alcance cómodo y sencillo. La altura idónea para alguien con discapacidad física suele ser en torno a unos 40 centímetros. Para otras discapacidades como la ceguera se recomienda además un piloto luminoso o un contraste marcado con la pared. De esta forma pueden localizarse durante la noche, con la mayor prontitud, en cualquier emergencia inesperada.
Finalmente, y aunque esto empieza a ser norma general en toda vivienda, es mejor que los dispositivos electrónicos tengan mando a distancia para manejarlo. Desde la televisión al aire acondicionado, pasando por la calefacción o las ya citadas persianas.
Sin embargo, las casas accesibles más modernas siguen apostando por la domótica, y en los mejores casos todos los dispositivos se centralizan en una app. Al manejarlo todo desde el smartphone nos podemos olvidar de pilas, mandos extraviados y otros engorros, y facilitaremos aún más nuestra vida desde el hogar.
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