Desde Los mejores años de nuestra vida a CODA, pasamos revista a algunas de las películas y actores que han ganado el premio Óscar de la Academia, y nos preguntamos si se podría hacer más por la visibilización
El film sobre discapacidad CODA ha ganado el Óscar a la mejor película. El remake de La familia Bélier se ha alzado con la principal estatuilla en la última edición de los premios de la Academia. La decisión, con todo, no ha quedado exenta de controvertida, dada la inmensa calidad de otros largometrajes participantes.
Sin embargo, ha quedado meridiano que el premio a CODA trasciende sus valores estéticos y cinematográficos. En su lugar, Hollywood ha resuelto continuar saldando la deuda que tiene hacia las personas con discapacidad. Numerosos estudios han visibilizado su falta de representación en las películas más taquilleras, año tras año. Y es que menos de un 3% de los personajes de las películas tienen alguna discapacidad.
Uno de los últimos estudios fue publicado en 2017 por la Iniciativa de Medios, Diversidad y Cambio Social. Esta área de investigación se encuentra en la Escuela Annenberg de Comunicación y Periodismo de la Universidad de California del Sur. Su autora, Stacy L. Smith, va aún más detalle. Del 2,7% de personas con discapacidad en las 100 películas más taquilleras de 2016, el 64,5% tienen discapacidad física. Un 31,5% contaba con discapacidad intelectual, y el 20,8%, comunicativa. Algunos de estos 124 personajes tenía más de una discapacidad al mismo tiempo.
Aun así, la tendencia ha aumentado desde el ejercicio anterior, advierte Smith. En 2015 solo fueron 105 personajes, un 2,4% del total. Esta evolución también se ha dado, para mejor, en el número de películas. Así, si en el mencionado 2015 hubo 55 largometrajes con al menos un personaje con discapacidad, 2016 sumó 62 films.
2 de cada 3 personajes con discapacidad son hombres. El peso que ostenten en la película es, asimismo, relevante para su inclusión. De ahí la importancia de que unos premios como los Óscar reconozcan y visibilicen ciertos esfuerzos.
De CODA a Encanto
CODA es un remake prácticamente plano a plano de la ya comentada La familia Bélier. En esta historia es Ruby Rossi la única persona no sorda en una familia de personas con discapacidad auditiva. Ella les ayuda a comunicarse con su entorno: médicos, vecinos, medios de comunicación, representantes políticos… Su talento para la música choca con la imposibilidad de su familia de oírla, y pronto habrá de decidir entre su vocación y su dedicación.
Al margen de pequeñas diferencias en el guion, CODA superó uno de los escollos que le valió a su predecesora algunas críticas. El remake estadounidense sí contó con actores sordos auténticos para los papeles de la familia de la protagonista. Esta decisión se ha visto refrendada por el premio también al mejor actor secundario para Troy Kotsur, el patriarca de los Rossi.
Además de CODA, esta edición de los Óscar ha reservado su estatuilla a la mejor película de animación para el filme Encanto. Oda a la cultura colombiana, este largometraje de Pixar se ha leído también como una parábola sobre la discapacidad. Su protagonista, Mirabel, es la única persona sin poderes en una familia, los Madrigal, donde todos tienen una habilidad sobrenatural.
El largometraje sitúa así en una posición de aparente desventaja a alguien perfectamente autónomo e independiente. Mirabel es capaz de hacer muchas cosas, y sin embargo por su falta de poderes es tratada con paternalismo y condescendencia. Una metáfora estupenda de cómo la sociedad se dirige en ocasiones a las personas con discapacidad. Y sobre todo porque trasciende en definir a su protagonista con alguien con base en su discapacidad. Mirabel tiene virtudes, defectos y dudas por sí misma, y su ausencia de magia es solo un rasgo más de sus múltiples características como persona.
Más allá de la representación
CODA y Encanto no han sido las únicas películas sobre discapacidad reconocidas por los Óscar a lo largo de su historia. A lo largo de los años, numerosos intérpretes han recibido la codiciada estatuilla por su rol de una persona con discapacidad. Tom Hanks como Forrest Gump, Al Pacino en Esencia de mujer o Daniel Day Lewis como Christy Brown en Mi pie izquierdo son algunos ejemplos recurrentes.
Tom Cruise fue nominado por su rol de parapléjico tras la Guerra de Vietnam en Nacido el 4 de julio. Más recientemente, Riz Ahmed arañó la nominación por su rol como batería que se queda sordo en Sound of Metal. Su compañero de reparto, Paul Raci, sordo en la vida real, también resultó nominado. En 1946 se premió con el Óscar a la primera persona con discapacidad: Harold Russell recibió dos estatuillas (una honorífica) por interpretar a un veterano de guerra en el melodrama Los mejores años de nuestra vida.
En las actuaciones femeninas, cabe destacar la estatuilla de Jane Wyman por Johnny Belinda. También Patty Duke ganó un Óscar por su rol de Helen Keller, sordociega, en El milagro de Ana Sullivan. Pero ninguna de estas intérpretes tenía una discapacidad. Hubo que esperar a 1987 para que Marlee Matlin ganase el Óscar a la mejor actriz por Hijos de un Dios Menor. Matlin también trabaja, precisamente, en CODA, donde interpreta a la madre de la protagonista.
Los esfuerzos de Hollywood en particular y del cine en general por seguir visibilizando a las personas con discapacidad resultan encomiables. El siguiente paso habría de ser integrarlos más a menudo en sus historias convencionales.
Contar con personas con discapacidad, delante y detrás de la pantalla, para narrar historias sobre cómo lidiar con la discapacidad, es un ejercicio de empatía y cuidado por los personajes muy saludable. El siguiente avance debería pasar por incluirlos en historias convencionales (una comedia romántica, un drama familiar, un thriller sobre un asesino en serie) donde la discapacidad no tenga por qué desempeñar un papel relevante en el devenir argumental.