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La igualdad real en el trabajo y el mundo laboral es una de las grandes demandas de las mujeres en el 8M. Hoy en la serie #CaminoAl8M abundamos en este tema.

Nuestra protagonista de hoy es Yolanda Cantalapiedra, usuaria de ASPAYM Castilla y León. Debido a un accidente, tiene una lesión medular incompleta. Desde hace tiempo intenta levantar un negocio propio como motivadora profesional. Imparte charlas y conferencias sobre desarrollo personal, la autoestima y otros valores humanos. Entre ellas; la buena comunicación, el autoconocimiento, la amabilidad y la honestidad. Todas son cualidades imprescindibles para desarrollarse en nuestro día a día.  Tanto en lo laboral como en lo personal. Hoy nos habla sobre la lucha por la igualdad real en el trabajo y en la vida.

¿Qué significado tiene para ti una fecha como el 8M?

Es la conmemoración de la lucha que libramos desde hace años, un trabajo para la igualdad real de los derechos entre hombres y mujeres. Me he basado mucho en el concepto de feminismo. Me planto ante la idea de que, como muchos quieren creer, eso implique ser mejores que ellos ni superiores. No. Se trata de ser simplemente iguales. Si lo planteamos así podemos remar juntos para conseguir la igualdad de derechos. También me gusta ver que hay hombres feministas y que están a nuestro favor. Estamos todos contra el machismo, que defiende el sistema patriarcal y la superioridad del hombre, y que no conlleva una sociedad equitativa y justa.

Mejoras y referentes

¿Cómo ha mejorado la situación de la mujer en los últimos años?

A nivel histórico se han conseguido cosas considerables que parecen banales, pero son muy importantes. Desde que empezó a luchar por la igualdad de derechos hemos conseguido el derecho al voto, vestir con pantalón, incluso contratar y llevar las propias cuentas bancarias. Una madre de una amiga tenía 40 años y su padre todavía la acompañaba al banco a sacar dinero. Esas cosas son la base del feminismo. Otros avances se han visto en la formación, ahora hay más mujeres estudiando carreras universitarias que antes, que quedaban relegadas a tareas del hogar. Tenemos mayor esperanza de vida, antes morían más mujeres por embarazos y muchas más por maltrato. Hay derecho a trabajar, a hacer deporte, incluso a decidir si abortamos o no.

¿Cuáles son tus referentes en el mundo del feminismo?

Hay mujeres feministas en la historia que son responsables de que hoy día seamos más libres, aunque aún no seamos iguales del todo. Hipatia de Alejandría, referente y precursora de la mujer de la ciencia. Olympia de Gouges, que proclamó los derechos de la mujer y la ciudadanía. Aquí en España ha habido mujeres muy importantes como Rosalía de Castro, firme en la defensa de los abusos de la autoridad. También Emilia Pardo Bazán, una intelectual que defendió a las mujeres en el progreso. O Clara Campoamor, política y abogada que tramitó divorcios. Y muchas más: Victoria Kent, Concepción Arenal, Mariana Pineda, María Zambrano, Marina Subirats. Muchas han luchado por lo que hemos conseguido, aunque nos queda aún mucho por recorrer.

Por la conciliación laboral

¿Cómo se manifiestan las desigualdades en el ámbito laboral?

Primero hay que ver que empiezan en casa, en el ámbito familiar. En cómo educamos a nuestros hijos varones. Uno de los conceptos que más se mencionan a la hora de hablar del trabajo de las mujeres es el techo de cristal. Lo hay porque en el ámbito laboral y profesional persisten los roles de género. Pero esos nacen en casa. Los niños juegan con balón y las niñas con muñeca, ellos son médicos y ellas son profesoras. Todo eso se traslada a la conciliación familiar: el rol de género nos responsabiliza también de los cuidados. La igualdad real tiene que darse también en el trabajo. El techo de cristal conlleva suelo pegajoso, eso quiere decir que en el ámbito privado se nos impide desarrollarnos profesionalmente, hemos de ocuparnos de la casa, de la familia y de los hijos.

¿Cómo afecta la conciliación laboral a una mujer con discapacidad?

Para mí una discapacidad no te hace menos que nadie. Ni eres un héroe ni dejas de serlo, todos en la vida llevamos nuestra lucha diaria. La carga laboral a la hora de conciliar afecta a las emprendedoras, catedráticas, empresarias… Hay que conseguir que el trabajo se valore en logros, méritos y trayectoria. Que las empresas ofrezcan empleos basados en la productividad y la flexibilidad. Y la sociedad debe poner de su parte, porque el feminismo es más que la igualdad: es que todas las personas aportemos como sociedad.

¿Cómo sería en tu caso la conciliación laboral?

Soy una mujer con mucha suerte. Si me tuviera que ir fuera de España cuento con que mi hijo esté a cargo de mis padres. Pero no es algo que suceda a muchas mujeres: no pueden siquiera pagar a otra persona para que haga sus tareas domesticas o cuide de sus hijos. Por eso, si hay un hombre en casa, que también come y mancha; también ha de lavar, planchar, y mirar por los niños. No tiene que caer todo el peso sobre la mujer.

Barreras y soluciones

¿Con qué otras soluciones contamos?

Hay que aprender a nivel sociocultural a educar a los hijos. La sociedad es muy cambiante, hay mucha juventud aún con un gran machismo, que controla el móvil a sus parejas o que se nutre de pornografía y lo lleva al terreno afectivo. El acceso de las redes también juega un papel importante. Creo que hay leyes que se deberían endurecer, y que protejan mejor a las mujeres. Muchas dependen de su marido y no les queda otra que tragar. Lo más justo sería que se les ayudase, con un piso tutelado, con mecanismos que les aparten de esos seres, y que ellos paguen por lo que han hecho. Un apoyo que también tiene que ser psicosocial: hay mujeres autónomas y que trabajan pero tienen un gran enganche emocional.

¿A qué otras barreras se enfrenta una mujer con discapacidad?

En mi caso no me he topado con nadie que me haya rechazado, pero sí que veo que hay gente, mínima, que te mira con cierto recelo, como pensando ‘pobrecita’, o que eres una carga. Es un mínimo porcentaje, cuando he dado mis conferencias jamás me he topado con ese rechazo. Mis principales barreras son arquitectónicas: ir a un comercio y que con la silla no puedas ni entrar, hay banzos horrorosos, que te tengan que atender fuera porque no hay acceso…

¿Cuáles son, para ti, las metas inmediatas a lograr en igualdad?

El objetivo, tras la pandemia, es que haya una equiparación salarial y de responsabilidad en la crianza. Una conciliación mayor hacia la mujer trabajadora, y que siga habiendo avances y flexibilidad de las empresas en la contratación. Hay fórmulas como el teletrabajo que para muchas ha sido una trampa: las ha aislado más, y al estar con los niños trabajaban más horas que antes. Estaban más sometidas al trabajo, eso no es igualdad real. Un ámbito laboral que se ha precarizado especialmente ha sido el de la limpieza del hogar, que está sumergido y que provoca incluso violencia machista. Ese es el otro gran objetivo: erradicar por completo la violencia de genero con leyes más duras y apoyo a las mujeres, en lo económico y emocional.

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