La danza inclusiva es una disciplina integradora hacia las personas con discapacidad. Y es que bailar no está reñido con ser usuario de silla de ruedas. Para toda persona melómana, con un gran sentido del ritmo o ganas de dejarse llevar por una melodía más o menos rápida, acompañar los acordes con el cuerpo es fuente de bienestar físico y emocional.
Hoy, Día Internacional de la Danza, le dedicamos nuestro artículo del día. Y es que, a pesar de que no necesita de un propósito específico, la danza inclusiva puede tener varios fines. Entre ellos, el terapéutico. De todos es conocido sobradamente que la danzaterapia como concepto se integra en diferentes programas de rehabilitación.
Como ya hemos indicado en numerosas ocasiones, la estabilidad mental es una excelente compañera del ejercicio fisioterapéutico. La importancia del acompañamiento, la empatía y el cuidado del ánimo es crucial junto a los entrenos para mantener en forma nuestro propio cuerpo.
Y es que puede parecer una obviedad, sobre todo para quienes ya la practican, pero la danza tiene más que ventajas físicas. Sí, es cierto que mejora la flexibilidad y el equilibrio, desarrolla la coordinación y aumenta la musculatura. Pero también fortalece la confianza y la autoestima, ayuda a la comunicación y estimula el entusiasmo y la ilusión.
«Para mí el baile supone libertad de movimiento, el poder ser yo misma, sin que nadie me juzgue». Son palabras de la bailarina con discapacidad Lucía Santos, perteneciente a la compañía Meet Share Dance: «Al crear un baile dibujas formas de libertad de expresión en torno al cuerpo y manifiestas tus emociones o ideas».
Dicho de otra forma; conformar una historia con un lenguaje diferente: «Con la danza disfruto y me sirve para reivindicar que las personas con diversidad funcional podemos ser parte de las artes escénicas y tenemos derecho al ocio», declara. «Reivindicar los cuidados está bien, pero mi perspectiva de la vida digna va más allá: pasa por incluirnos en todas las esferas que definen al ser humano».
De lo profesional a la diversión
La danza inclusiva puede ser profesional, o puede desarrollarse por diversión. El origen del baile en silla de ruedas se data en Holanda, de mano de la profesional Corrie Van Hugten. Al sufrir una paraplejia tras un accidente, la bailarina fue adaptando pasos, técnicas y movimientos a su nueva situación.
La base de Van Hugten ha ido sofisticando y profesionalizando la danza en silla de ruedas. Hoy, bailarines profesionales siguen el ejemplo de la coreógrafa y disputan campeonatos mundiales. El Comité Paralímpico Internacional regula la disciplina desde 1998, desde su rama IPC Wheelchair Dance Sport Technical Committee.
Esta área incorpora las reglas técnicas que marca la Federación Mundial de Baile Deportivo. Las diferentes parejas de danza compiten en tres categorías: bailes clásicos (del vals al tango…), latinoamericanos (de la samba a la rumba) y estilo libre (del folk al hip hop).
Existen además cuatro modalidades: el baile único (en solitario), en grupo (varios profesionales con y sin discapacidad), el dúo (dos personas usuarias de sillas de ruedas) y combinado (dos personas, una con discapacidad y otra sin ella).
Pero como en todo deporte, no todo tiene que aspirar a la alta competición cuando también se trata de diversión. Numerosas escuelas de baile en España desarrollan talleres y proyectos de danza inclusiva sin mayores pretensiones que hacer comunidad y disfrutar de un buen rato de ocio inclusivo de calidad. Desde la Escuela de Danza de Esther Amorós al Centro de Capacitación Integral AMARTE, pasando por asociaciones como Apaipa o AMIMET, entre muchas otras.
ASPAYM y la danza inclusiva
Las diferentes sedes de ASPAYM han vertebrado a lo largo de los últimos años talleres, sesiones y actividades de danza inclusiva. Las personas con discapacidad socias de nuestra asociación han podido disfrutar de esta disciplina desde distintas asociaciones.
ASPAYM Catalunya es una de las más vinculadas a la danza inclusiva. Su expresidenta Patricia Carmona fundó el colectivo de danza-teatro Liant La Troca. Más recientemente destaca el trabajo de Emilio Bravo, uno de los actuales monitores de las actividades en bicicleta adaptada de la entidad.
«Emilio es una persona que vive por y para el mundo asociativo», valora Antonio Reyes, presidente de ASPAYM Catalunya y director general de Federación Nacional ASPAYM. Junto a Bravo trabaja Victoria Martínez, en proyectos de danza inclusiva como AME (Asociación Movimiento Expresión), otra actividad física óptima para hacer ejercicio, socializar y adquirir compromiso de grupo.
Por su parte, desde la Fundación ASPAYM Castilla y León también han participado en proyectos como Love, Life and Dance. o los talleres de danzaterapia Lifelong Dancing. Otras entidades que han desarrollado actividades de baile inclusivo para sus socios son ASPAYM Granada, con Alba Mata de EmpoderARTE; y ASPAYM Madrid, junto a Meet Share Dance.